A lo largo de la historia la ciudad de Madrid ha vuelto la espalda al río, abriéndose tras él y negando muchas veces la mirada a su paso. Asentada dulcemente sobre una abierta terraza junto al cauce del río manzanares se han sucedido intervenciones en el entorno de éste muchas veces desafortunadas en los planos urbanísticos y edificatorios que corresponden a una consideración residual de este importante espacio para la ciudad.
La zona evidencia en su morfología la dramática formación de la periferia de la ciudad, territorio de aluvión de los usos expulsados por ésta: el espacio resultante presenta problemas de delimitación y relación con las áreas edificadas en su entorno, así como problemas de degradación paisajística y especialmente de desestructuración interna y de carencia de conexión de ambos márgenes.
El paisaje primitivo resulta en muchos casos irreconocible por la escala de las grandes actuaciones edificatorias y viarias realizadas y la topografía se encuentra transformada por la acumulación de rellenos y desmontes de las propias infraestructuras, que han desfigurado las terrazas fluviales.
El ámbito de actuación constituye el área de contacto principal entre la ciudad y el río. Se extiende desde el Puente de los Franceses hasta el nudo Sur del orbital urbano M-30, y su situación actual está fuertemente determinada por las dos actuaciones “duras” realizadas en su entorno: la canalización de los años cuarenta que supuso no sólo el tratamiento urbano de los márgenes del río, cuanto la pérdida de las dehesas vacantes en el entorno del cauce y su colmatación por edificación en muchos casos de poca calidad, y la construcción, más reciente y sobre ambos márgenes, acompañando el trazado del cauce, de una autovía de circunvalación que ha terminado aislar el río canalizado de su entorno, degradando los márgenes y los espacios históricos generalmente en el entorno próximo a los puentes que unen el norte y el sur de la ciudad.
El RIO COMO PIEZA CLAVE DEL SISTEMA VERDE METROPOLITANO
El manzanares tiene en el momento presente un doble potencial: vertebrar la dramática fisura entre Centro y Periferia, agravada por la sucesión de errores en su transformación histórica; pero también en el “cordón umbilical” entre los dos espacios de mayor valor ambiental de la Región Metropolitana, la Sierra y el Parque de la Cuenta Alta de su cursos y las Vegas del Suroeste y el Parque de las Cuencas Bajas del propio Manzanares y el Jarama.
Tiene, por tanto, un valor estratégico como “corredor verde” de enlace entre las áreas naturales y paisajes serranos, Monte de El Pardo y las campiñas y regadíos del entorno del Tajo, cuya mejor expresión se encuentra en Aranjuez.
Por este motivo, la propuesta prioriza el espacio libre de uso público, la matizada forestación de los espacios libres y en determinados tramos la “naturalización” del río, es decir, la recuperación de “terrazas” fluviales con tratamiento blando y accesible como hipótesis de trabajo y argumento de proyecto.
Ello nos ha inducido a limitar consecuentemente la incorporación de nuevos espacios construidos orientados a una “reurbanización” del área, optando alternativamente por la prioritaria recuperación de contenedores existentes recreados para asumir funciones dotacionales.
PROLONGAR LOS “DEDOS” VERDES EN EL INTERIOR DE LAS TRAMAS EDIFICADAS
El proyecto persigue, asimismo, prolongar el “corredor verde” principal hacia el interior de los densos tejidos residenciales del entorno; invirtiendo de alguna forma la operación histórica de creación de los paseos barrocos de la Arganzuela como vehículo para incorporar el disfrute del río a la ciudad. En el proyecto es el efecto transformador del nuevo paisaje fluvial el que se pretende infiltrar de manera radicular en la áreas consolidadas de su entorno de tal forma que tienda a reconstruirse una malla verde que articule paseos y grandes parques desde la óptica de recuperación del disfrute estancial y la movilidad peatonal en la estratégica franja de transición entre el Centro Histórico y las primeras periferias.
EL DESCUBRIMIENTO DEL AGUA COMO ARGUMENTO DE PROYECTO
La propuesta atiende a la necesidad de “reinterpretar y reinventar el paisaje urbano de la orilla del río”, construir en torno a éste una geografía voluntaria que retoma en muchos casos elementos históricos de sus orillas ahora desaparecidos, y que los estructura de forma que articulen coherentemente los elementos heterogéneos que configuran sus márgenes. Un modelado de la “topografía urbana y edificada” capaz de poner de nuevo en valor el agua, acercar el río a la ciudad como elemento aglutinador de acontecimientos sociales y lúdicos, expresados en la secuencia de grandes contenedores públicos urbanos (Mercado de Legazpi, Matadero, Estadio Vicente Calderón).
Transformados para usos culturales y lúdicos y nuevos espacios abiertos recreativos (parques, piscinas y playas) que tienen en el agua un hilo conductor argumental. En suma la recreación de una topografía social y un paisaje distintos a aquellos que durante muchos años configuraron el cauce del río como el “foso” simbólico tras el cual se situaba el “extrarradio”, como no-ciudad.
CRUZAR EL RÍO
La propuesta persigue unir las dos orillas de un nuevo parque fluvial de forma sensible a las diferentes tramas de las áreas edificadas circundantes, al tiempo que ofrece una estructura coherente de enlace entre las diversas piezas, capaz de dotar de legibilidad y unidad al conjunto, aún cuando su ejecución se realizara fragmentariamente por diferentes acciones públicas, o a lo largo de un periodo dilatado de tiempo.
Se pretende formalizar un espacio libre de carácter urbano, sensible a su entorno inmediato, capaz de ofrecer tanto atractores de escala metropolitana como dotaciones y mejoras ambientales sobre las áreas circundantes. Por este motivo se alternan áreas de simbolismo y función urbana con áreas ajardinadas, playas, áreas estanciales y de juego, al servicio de la mejora de la calidad urbana de las áreas residenciales vecinas y en general del Centro de la ciudad, transformando la barrera en aglutinador y condensador de relaciones urbanas.
Es relevante el tratamiento del cauce que se propone, reinterpretando la canalización histórica y alternando una secuencia de elementos blandos y duros, que tienen en la creación de puentes verdes y nuevas pasarelas peatonales expresión de la voluntad de vincular ambos márgenes, estructurando siempre que es posible los bordes fluviales mediante el trazado de paseos arbolados peatonales de generosa sección en los que se materializa de formas variadas la presencia y disfrute del agua.